martes, 2 de marzo de 2010

sobre renee zwellneger

Por Pepe Pérez-Clooney

La gala de los Oscar es un evento de dimensiones cósmicas en el que un puñado de millonarios y millonarias con mucho, poco o nulo talento lucen trajes y joyas y son aplaudidos por gente que se amputaría un brazo para ser como cualquiera de ellos, con la lógica excepción de Renée Zellweger. Nadie quiere ser como Renée Zellweger. Ni siquiera Mickey Rourke quiere ser como Renée Zellweger. «Me siento guapo cada vez que miro a Reneé Zellweger », afirmó Rourke a The Suppositorior Times justo antes de desmayarse a causa del sobrepeso de su propia cabeza y golpearse la frente contra una máquina quitanieves que quedó prácticamente inutilizada.

El glamour desborda a todos aquellos que asisten al Gran Teatro Kodak (la casa de los ladrillos amarrones), al igual que el bótox, y la peña del mundillo charla animadamente sobre asuntos tan diversos como la situación de los refugiados dinkas en el campo de Piyonyo (Sudán) o la mala cara que tiene Reneé Zellweger cuando se levanta, al mediodía y también cuando se acuesta, sobre todo si ha cenado coles.

Después, claro, está el tema del cine, pero hubo años (como en 1961, 1972 o 1985) en los que por exigencias de la retrasmisión televisiva se prescindió completamente de esa parte de la gala. Los nominados paseaban por la alfombra roja durante 18 o 19 horas, entraban en el teatro diez segundos y luego salían por la puerta de servicio con la estatuilla a cuestas o bien con cualquier otro objeto que hubiesen encontrado en el interior del recinto, como macetas, fregonas o Reneé Zellweger.

En 1963 se decidió que la ceremonia de entrega de los premios en sí se sustituiría por un número musical en el que un enano con bigote nadaba en una bañera llena de salsa gaucha, provocando el alborozo de los asistentes y algunas críticas por parte de elementos críticos con el sistema como la madre de Reneé Zellweger, presidenta de la Sociedad de Personas Muy Muy Pequeñas o Bien Muy Muy Feas de Mineápolis. También hubo quejas por parte de la Asociación de Defensa de la Salsa Gaucha y Ajonesa de Missouri (Alabama), que fueron pertinentemente obviadas.

Otras incidencias memorables en la Historia de los Oscar fueron:

1919: La Primera Guerra Mundial obligó a sustituir las tradicionales estatuillas de oro macizo por alfajores de Medina.

1939: La Segunda Guerra Mundial obligó a sustituir a los actores nominados, que luchaban con valentía en el frente de batalla, por papelones de pescao frito. Ese año arrasaron los dramas históricos, las pijotas y el adobo.

1963: Un activista Pro Derechos de las Personas de Color Negro Oscuro interrumpió la ceremonía portando un retrato de Reneé Zellweger desnuda. Fue interceptado por los miembros de seguridad y brutalmente golpeado con una mosquitera. Murió minutos después, camino del hospital, a causa de los muchos lametones que recibió en el bajo vientre.

1969: El presentador de la gala, William Hemorroidtown (conocido actor cómico del momento) no pudo presentarse a tiempo en el Teatro Kodak tras sufrir un terrible percance con una lata de melva en aceite vegetal. Los médicos hicieron todo lo posible, pero aún así Hemorroidtown perdió ambos ojos y fue sustituido a última hora por un caniche llamado Melvin (en la foto), cuya frescura sobre el escenario encandiló a todos.

1978: El popular actor de color negro Jeman Aman Kisleysh falleció al pisarse el dobladillo de su propio pantalón de campana, resbalar sobre la alfombra roja y tragarse a Melvin (el caniche), que casualmente pasaba por allí.

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