
El testigo
La sala judicial en impresionante silencio ante la entrada del único testigo presencial del hecho delictivo que seguían todos los medios de comunicación. Un hombre moreno, estatura mediana, tranquilo, serio, al que se dirige el juez.
-¿Es Usted Iván Lucas Alves Guevara?.
-Si, señoría.- Responde con aplomo.
-¿Jura o promete decir la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad?.- Interroga el juez.
-Si, señoría, lo juro.- Ninguna duda del testigo.
-Es el turno del ministerio fiscal.- Decide el juez.
La fiscal, estatura mediana, rubia teñida, pregunta:
-¿Es cierto que el día veintiocho de diciembre caminaba usted con un amigo, a las tres de la madrugada, con un amigo, insisto, por la plaza del Callao de Madrid?.
-No, señora fiscal, caminaba solo.- Niega el testigo.
-¿Y no es menos cierto que su amigo está en esta sala?.
-No conozco a nadie en esta sala.-Sigue negando.
-¿y es también cierto que su amigo provocó a un grupo de viandantes que no le gustaron por ser extraños?.
- No sé nada de lo que me pregunta.- Niega con firmeza.
-¿ Y no es también cierto que, tras la discusión que se produjo, su amigo sacó un arma de fuego corta y disparó?.
-No sé absolutamente nada de lo que me pregunta.
-¿Y no escuchó usted cinco disparos; repito, no escuchó usted cinco disparos a su lado?.
-No, señora; no escuché disparos, ningún disparo.
En ese momento interviene el juez.
-Recuerdo al testigo que está declarando bajo juramento. ¿Conoce usted la pena existente en nuestra Legislación para el falso testimonio?.
El testigo mira fijamente al juez y responde con absoluta seguridad.
-Sí, señoría; es mucho menor que para el asesinato.
Y la fiscal desistió de seguir el interrogatorio.
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